Introducción
Lo cierto es que si conduces un diésel moderno, hay una palabra que tarde o temprano aparece en tu vida: aditivo anticontaminación. No es solo una cuestión de cumplir con la normativa medioambiental (que también), sino de proteger el motor, evitar sustos caros y, por qué no decirlo, de dejar de echar ese humo que tanto nos incomoda a todos.
En esta guía, te voy a contar sin rodeos lo que necesitas saber: qué es exactamente este aditivo, cuándo se usa (y cuándo no), cómo aplicarlo, qué errores evitar, y cómo escoger uno que merezca la pena. Paso a paso, sin complicaciones innecesarias. Para que, cuando termines de leer, tengas claro cómo tratar a tu coche como se merece: con cabeza, con criterio y con el producto adecuado.
Tipos de aditivos anticontaminación
Los coches diésel, con el tiempo, han tenido que adaptarse a normas más estrictas y exigentes. Y eso ha traído consigo varios tipos de soluciones en forma de aditivos anticontaminación. Estas son las más comunes que puedes encontrarte:
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Aditivo FAP o Eolys: diseñado para facilitar la regeneración del filtro de partículas. Ayuda a que la combustión del hollín atrapado se produzca a menor temperatura, lo que evita que el filtro se sature tan rápido.
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Aditivos regeneradores rápidos: soluciones más directas, ideales cuando el filtro ya empieza a dar guerra. Se añaden al depósito de combustible o al propio sistema para acelerar la limpieza interna.
Cómo funcionan los sistemas anticontaminación
Cuando arrancas tu coche y pisas el acelerador, el motor empieza a trabajar y, con ello, a generar gases residuales. El trabajo de los sistemas anticontaminación es, básicamente, evitar que esos gases salgan tal cual al medioambiente. Y lo hacen transformándolos o atrapándolos.
En el caso de los diésel:
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El FAP o DPF (sí, ese filtro del que tanto se habla) retiene las partículas sólidas. Pero no es eterno: necesita quemarlas periódicamente para seguir funcionando. A eso se le llama regeneración.
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El sistema SCR actúa sobre los gases más tóxicos (los famosos NOx), convirtiéndolos en vapor de agua y nitrógeno, que ya no son un problema.
Ahora bien, cuando el coche se usa para trayectos cortos, en ciudad, a bajas revoluciones la regeneración no ocurre como debería. Y ahí es cuando el aditivo anticontaminación se vuelve imprescindible.
Paso a paso para usar el aditivo anticontaminación correctamente
1. Revisa si lo necesitas
Antes de lanzarte:
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Consulta el manual de tu vehículo. Cada fabricante tiene su sistema y sus particularidades.
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Si aparece un testigo en el salpicadero relacionado con emisiones, aditivos o el propio filtro, no lo dejes pasar. Actúa cuanto antes.
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¿Notas pérdida de fuerza, más humo de lo normal o un consumo extraño? Puede que tu sistema esté pidiendo ayuda a gritos.
2. Elige el aditivo correcto
Aquí no hay margen para improvisaciones. Algunos puntos clave:
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Asegúrate de que el producto sea compatible con la marca y el modelo de tu coche.
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No uses envases en mal estado ni productos caducados. Su eficacia podría verse comprometida.
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Y, por favor, nada de mezclar marcas al tuntún. No es una receta de cocina.
3. Prepara el vehículo
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Elige un lugar seguro, sin tráfico ni prisas. Motor apagado, claro.
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Ponte guantes si puedes y ten a mano los utensilios que faciliten la tarea: embudos, adaptadores…
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Localiza el depósito adecuado. A veces está cerca del de combustible; otras, requiere meterse debajo del coche (sí, sobre todo con los aditivos tipo Eolys).
4. Aplica el aditivo
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Si se trata del aditivo FAP/Eolys, la cosa puede ser más técnica: algunos modelos requieren acceso por la parte inferior del coche, incluso elevándolo.
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Para los regeneradores directos, normalmente basta con añadirlo al depósito de combustible en la proporción indicada por el fabricante.
5. Verifica que todo esté bien
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Cierra el depósito con firmeza.
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Enciende el motor y observa si el testigo se apaga. A veces hay que conducir unos kilómetros para que el sistema lo registre.
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Escucha. Si el motor suena más redondo o notas que responde mejor, probablemente has hecho bien el trabajo.
Señales de alerta y errores comunes
Hay cosas que es mejor no pasar por alto:
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Ignorar los avisos del sistema puede acabar en averías caras y evitables.
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Usar un aditivo anticontaminación de dudosa calidad puede estropear sensores, filtros e incluso inyectores.
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Verter el líquido fuera del depósito y no limpiarlo rápido puede dañar piezas plásticas o dejar manchas irreversibles.
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Dejar el producto al sol, en el coche o en lugares con cambios bruscos de temperatura, mala idea. Algunos compuestos se alteran con facilidad.
Consejos técnicos para elegir un buen aditivo
No todo vale. Estos detalles marcan la diferencia entre un producto que funciona y otro que solo “maquilla” el problema:
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Apuesta por fabricantes con trayectoria real en el sector automotriz.
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Busca etiquetas claras, con información precisa sobre compatibilidades, modo de uso y fecha de caducidad.
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Elige aditivos diseñados no solo para resolver un aviso puntual, sino para alargar la vida útil del sistema.
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Cuanto más estables sean térmica y químicamente, mejor se comportarán ante condiciones extremas.
Conclusión
Usar un aditivo anticontaminación no es una opción estética ni una moda pasajera. Es una decisión inteligente, que protege tu coche, tu bolsillo… y sí, también el aire que respiramos.